- El cubano MÁRQUEZ se va de Mallorca a Miami y su pintura, después de su doble introspección isleña, se va al exterior de la urbe, como un icono solitario del que hace emanar una luz líquida, cálida, reflexiva, acogedora y sin nadie que la desmienta.
- Su código poético pega un giro decisivo con lo que había sido su trabajo hasta ese momento, modifica su marchamo cromático y sobre esa articulación de formas, volúmenes, perspectivas, revela los nuevos signos de su identidad pictórica.
- Mientras los planos se deslizan de abajo a arriba, las largas extensiones tratan de captar y reflejar esos ámbitos metropolitanos que desde ahora van a protagonizar su existencia junto con los que ya se han fundido y viven con ellos.
- Dibujo y color buscan la forma, el pensamiento visual y el reconocimiento emotivo de esa penetración en el alma de una realidad ciudadana que él destaca y antepone a la geografía humana para que, desnuda, se aprecie en toda su dimensión, pero sin acritud, al contrario, con toda la plenitud y serenidad puestas en ella.
(María Zambrano)
